El objetivo del informe elaborado por el espacio dirigido por Adriana Clemente es doble. Por un lado, discutir la comparación de porcentajes de pobres e indigentes medidos con diferentes indicadores. “Concretamente, el 26,9 por ciento de personas pobres informadas por el Indec para el segundo semestre de 2006 no es en modo alguno comparable con el 32,1 por ciento de personas pobres informadas por el organismo para el segundo trimestre de 2016”, propone el informe interpretativo del análisis, elaborado por el especialista Agustín Mario.
Por otro, lograr un elemento que permita analizar la progresión “histórica de la pobreza”. En ese sentido, el espacio dirigido por Clemente celebró que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) retomara en septiembre pasado la publicación del informe Incidencia de Pobreza e Indigencia, discontinuada en el segundo semestre de 2013. El espacio incorporó los números elaborados por la nueva gestión y los nutrió con “una mayor cantidad de indicadores” y “una mayor desagregación de los resultados”. “Todos los indicadores presentados por el Indec han sido ‘llevados hacia atrás’ de modo que ahora es posible hacer comparaciones y, así, trascender la ‘foto’ –dónde estamos– y poder apreciar la ‘película’ –de dónde venimos–”, plantea el informe interpretativo del análisis, a cargo de Agustín Mario.
“Los resultados muestran importantes reducciones de la pobreza y, muy especialmente, la indigencia, tanto en hogares como en personas para el período 2003-2015”, concluye el trabajo. Las tablas del estudio indican que en el segundo cuatrimestre de 2003, el 49,8 de por ciento los hogares y el 59,4 por ciento de las personas eran pobres, mientras que el primer número se redujo a 23,3 por ciento y el segundo a 31,5, al cabo del segundo gobierno de Cristina Kirchner. Según el barrido de datos, “luego de un aumento en 2004, se observa una caída sistemática de la pobreza (tanto en hogares como en personas) hasta 2013”, desagrega el informe, y continúa: “En 2014, la pobreza vuelve a incrementarse para volver a reducirse en 2015 aunque no lo suficiente como para recuperar los niveles de 2013, el punto más bajo del período considerado”. En cuanto a la indigencia, el estudio plantea que “se redujo, entre 2003 y 2015, un 72,3 por ciento en hogares y un 72,7 en personas”; que esa reducción es “sistemática hasta 2010”, cuando “aumenta tanto en personas como en hogares”, y luego vuelve a achicarse hasta 2014, cuando repunta.
El análisis sostiene también que la reducción de los indicadores entre 2003 y 2015 fue, además, equitativa en cada una de las regiones del país. Las reducciones en ambas categorías, tanto en hogares como en personas, son del orden del 50 por ciento y superiores. En territorios como en el NOA, por ejemplo, la pobreza en hogares disminuyó en un 57,6 por ciento; en personas, un 52 por ciento y la indigencia en hogares, un 79,8 por ciento; y en personas, un 79,1 por ciento.
En la gestión de Cambiemos, el informe indica que “se ha incrementado nuevamente la indigencia y la pobreza en personas”, con 32,2 y 6,3 por ciento respectivamente para cada categoría. El porcentaje de hogares se ve “inalterado” en ambas –incluso se redujo en número de pobres– “lo cual estaría indicando que si bien la proporción de hogares pobres/indigentes sería similar, estos contarían con un mayor número de miembros en promedio”.
En ese sentido, el CEC insiste en que “la erradicación de la pobreza debe ser sino el principal al menos uno de los objetivos centrales de la política económica” y que, para eso, “es preciso trascender la discusión acerca de cuántos pobres hay para pasar a discutir políticas para solucionar el problema”. Por eso, advierte que los porcentajes de pobres e indigentes durante la década kirchnerista y la gestión de Macri no significan “lo mismo” si no fueron contabilizados según los mismos parámetros. “Como se mostró, todos los indicadores de pobreza e indigencia mejoraron significativamente durante el período 2003-2015. Y la mejora no se limitó al período 2003-2007. Por el contrario, las mejoras continuaron, sin lugar a dudas, hasta 2013 y, en muchos casos, incluso hasta 2015”, afirman. “Es hora de dejar de discutir cómo medir la pobreza e implementar políticas para resolverla”, concluye el análisis.